Necesitaba quedarme a solas contigo y para siempre en algún lugar. Elegí pintar mis labios de rojo. Puse nuestros nombres, dos corazones y dos palabras… El rojo lo selló con un cálido beso y luego abrí mi mano como dejando volar mi espíritu hacia el infinito.
Dos seres alados fueron testigos invisibles de aquella entrega a la vida.
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