lunes, 10 de octubre de 2011

Entrega a la vida

Necesitaba quedarme a solas contigo y para siempre en algún lugar. Elegí pintar mis labios de rojo. Puse nuestros nombres, dos corazones y dos palabras… El rojo lo selló con un cálido beso y luego abrí mi mano como dejando volar mi espíritu hacia el infinito.


 Dos seres alados  fueron testigos invisibles de aquella entrega a la vida.

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