domingo, 22 de diciembre de 2013

Invierno



 
 Atar y desatar mis propios nudos.
Resguardarme de mis tormentas,
 serenar mis batallas interiores
 y espantar las borrascas sobre el mapa de mi mismo. 
 Viajar con las ideas.
 Adentrarme en mis propios laberintos
 y salir de allí al tropezar con alguien. 
Forjar opiniones en secreto, 
coleccionarlas en un tarro. 
Dar pedaladas en el aire. 
Obligarme a pensar y a darme explicaciones, 
apretando el acelerador del coche 
por un otoño que quedó atrás en el asfalto...
 
                                                                                                                        J.Luis Bueno

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Podría ser así...

                                                                                        
                                                                                               ... justo así, siempre.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Vuelo nocturno




 
Se levanta del suelo después de una caída casi mortal al vacío, desde una altura incalculable. Se sintió como reventada por dentro, le dolía todo, estaba segura que moriría de un instante a otro…
Pudo ver gente que se aproximaba de prisa pero nadie tenía reflejado el miedo a su pérdida.


 Llena de dolor se incorporó
y ahora empieza a caminar despacio
hacia esa especie rara de parapente (tiene arneses),  y se da cuenta por primera vez para su mayor sorpresa, que una sensación de seguridad en el manejo  de aquel instrumento hace su presencia. Decidió pasar al otro lado, más elevado por cierto, donde se advierte una tierra por donde poder caminar sin miedos.
 Supo que no iba a morir. Se dispuso a elevarse y esta vez con la seguridad de estar fuera del alcance de cualquier peligro. En el último instante le sobrecoge de golpe el vacío, más mortal aún que la caída, un sinsentido como de hacer un esfuerzo inútil. Todo para nada… 


 Es ahí cuando apareces tú, me miras, confías en mí, y sonriendo me preguntas si te llevo conmigo.  Es el momento más feliz de mi existencia. No puedo responderte. La respiración deja de funcionar ese tiempo que la razón necesita hasta ubicarse en otra realidad más cercana al cielo imaginado. Te abrazo como si me faltara la mitad de mi vida y acabara de encontrarla.
 Tengo todo el mecanismo dispuesto para volar;  te miro y me sonríes, y te devuelvo una sonrisa incrédula y feliz. Nos apretamos los dos y saltamos a un vacío que se eleva.  Una ráfaga de miedo a que algo falle y tenga que dejar ahí la vida me hiela la sangre, porque ahora…

Percibo que remontamos como llevados por el viento  en ese imposible paracaídas, no descendemos, nos elevamos en el cielo abierto, cercanos a veces a un roquedo  parecido a un bello acantilado donde casi por momentos podríamos  haber puesto nuestros pies en su verticalidad,  y continuamos ascendiendo hasta algún lugar de la imaginación donde, con una suavidad de ensueño,  pisamos una arena agradable y cálida con dos sonrisas rebosando felicidad. 




 Ese lugar, es el mismo lugar encantado donde desapareces con la llegada del día.




 Y el mismo donde el amor me explota en el corazón como la pólvora en el vientre de las ballenas.

 

viernes, 1 de noviembre de 2013

El corazón de la medusa


 Dialogamos durante un largo tiempo (dos minutos quizá), y me enseñó de una forma exquisita lo fácil que es cambiar unas palabras por otras. Él rompió el silencio: " La he visto de salir nadando". Lo miré como miro a todos los niños, con una indiferencia que no pretende ocultarse aunque la miren con extrañeza. "Está viva y me he meado encima" -dice-, y entonces fijo mis ojos en los suyos que me interrogan entre miedosos y sorprendidos, preguntándome a mí misma si se meó en su pequeño bañador lleno de arena o encima de aquella inerte criatura marina que en medio de nosotros dos parece una señal de algo mucho más grande. Levanto la vista ("¿cómo es posible que no haya nadie con él?",- me pregunto-) y compruebo que la única persona en la playa que supongo será la responsable de aquel chico de no más de cuatro años, es una señora gorda y mayor que se afana en recoger algo de la orilla  que no me importa lo más mínimo pero que ya podía (pienso) ser menos descuidada dejando al que imagino será su nieto tan cerca de ese animal que fácilmente pudiera ser "peligroso" para él.


 "Mejor si no la tocas -le digo-, es una medusa muy grande". 
"A mí no me dan miedo las medusas", responde. "Además... está dormida..."



Fue poco después cuando me detuve sobre su húmeda transparencia en un acto de respeto a la vida tan efímera y tan frágil, cuando me di cuenta que, aun bañado por la muerte, la imaginación es capaz de descubrir el maravilloso símbolo del amor.



domingo, 13 de octubre de 2013

kachi-mushi


Dicen que habitan el planeta desde hace 250 millones de años. Son iridiscentes, una propiedad que hace fácil las ilusiones auto creadas... La libélula, en muchas culturas simboliza un cambio que tiene su origen en la madurez mental y emocional,  y  dicen que  a través del mismo se llega a una comprensión profunda del significado de la vida. (¿Y por qué no?)


viernes, 4 de octubre de 2013

Día cuatro

En verdad os digo que el adiós no existe: 

Si se pronuncia entre dos seres
que nunca se encontraron,
es una palabra innecesaria.

Si se dice entre dos que fueron uno,
es una palabra sin sentido.

Porque en el mundo real del espíritu
sólo hay encuentros y nunca despedidas,
y porque el recuerdo del ser amado
crece en el alma con la distancia,
como el eco en las montañas del crepúsculo.
KHALIL GIBRAN

miércoles, 2 de octubre de 2013

Día dos


Multinacionales petroleras perforan el Ártico,
unos pocos dan la cara para denunciarlo,
muchos ni se enteran,
otros muchos ni les importa,
hay quien dice que no se puede hacer nada,
hay quien dice que no se puede hacer nada,
hay quien dice que no se puede hacer nada...

pero hay quien recoge estrellas de mar varadas en la orilla  para devolverlas al agua.

martes, 1 de octubre de 2013

Día uno



Quiza haya que mirar más a ese cielo que refleja todo el poder de nuestra esencia...


domingo, 22 de septiembre de 2013

Otoño

                                Amanecer en la montaña.


Fotos: Brokemac

domingo, 15 de septiembre de 2013

Sombras fugitivas...



                                                                                                   

martes, 10 de septiembre de 2013

Silencio





Nunca pensé que un filete pudiese ser el arma que acabaría contigo…


Los patos del jardín te echarán de menos.






Hoy me dijeron que habías muerto, atragantada, y, ahora que lo pienso, muchas veces al observar tu  lento caminar, tu cigarro siempre encendido y siempre apurado compulsivamente mientras encendías otro, me he preguntado  si llegaría el  día en que alguien me dijera que ya no volvería a verte más.
Hoy ya ha llegado ese día…, como llega casi todo lo que se intuye menos los besos mil veces deseados. 

 



Te apreciaba en silencio, como a los artistas decadentes cuyo pasado es lo único que nos importa; aquellos años en que irradiaban esa luz que ahora, ya apagada, nadie reconoce. Sólo que nunca me importó quién fuiste.  Te recuerdo sentada en el café de la esquina siempre seria, ausente como sólo los esquizofrénicos saben vivir en este paraíso de locos que se cree cuerdo al mirar personas como tú que no dicen nada al pasar, que lo ven todo y todo lo ven demasiado bien (o demasiado mal pero que ya les da lo mismo) mientras fuman y desconectan de las cosas que nunca más serán motivo de preocupaciones, y dejan que el resto del mundo les juzgue sus zapatillas de puntera fina y su pantalón a medio bajar, sus colores chillones en el vestir y su seriedad  implacable;  su soledad tan espantosa en medio de tanto ruido… 




Nunca te vi sonreír, nunca intercambiamos más que una mirada de otro lugar, extraña, sin sentido… O tal vez me aburrí de darte los buenos días…
 Una vez me dijeron que fuiste maestra en el pueblo. Eso creo recordar, aunque tu pasado nada llegó a importarme. Tu presente sí.  Era el símbolo de una despedida continua…





Sentada en un banco del jardín, encendiendo un cigarrillo tras otro y fumando con el mismo intervalo entre una inhalación  y otra  que ese tiempo ordinario que se tarda en exhalar el humo y volver a su aspiración,  mientras el contoneo de tu grueso y cansado cuerpo, quién sabe si ágil y gracioso un día, va marcando un ritmo que se acerca cada vez más y más  al precipicio.


Pero nadie diría que fue el puto filete el que consiguió dejar huérfanos a los patos del jardín y solitario en el ya inminente otoño tu banco acostumbrado a ese balanceo tuyo tan parecido al mecimiento de un perenne y abstracto recién nacido que muy bien pudiese ser el hijo de la misma muerte. 






La sombra de un amoroso cisne nocturno sobrevuela el estanque, ese lugar encantado desde aquella noche…
 ¿te acuerdas?