De aquel tiempo inventado para ti, voy entresacando los hilos de plata que tejen tu nombre en el laberinto de mis emociones. Siempre guardo una palabra tuya, una sonrisa, una mirada, un gesto amable…, y siempre lamento cuando se acaba el día y me deja la convicción de que todo es un espejismo, un sueño que necesito soñar, un rayo de sol que amanece con la ilusión de tu presencia y que se difumina cada vez que el peso de la distancia aumenta y aparece el otro más desolador: el de la imposibilidad.
Pero mira ésto y dime si no es la vida que flota sobre el agua, la vida hoy en apariencia muerta y arrastrada sin destino, sin más rumbo que el sosiego momentáneo para precipitarse después en el fluir de la corriente… Y sin embargo, cada color rabioso, cada minúscula semilla oculta, ya está esperando en ese tiempo detenido en el vagón de lo probable a que la caricia fortuita de una tierra fértil sea la cuna deseada donde recomenzar la vida.